jueves, 23 de abril de 2009

POESIAS LEIDAS 1er ENCUENTRO DE ESCRITORES. "DE PALABRAS ARCANAS Y SECRETAS"

DESPERTARON LOS ÁNGELES MALVAS



y sospeché que Dios estaba presente

cuando llovía en la tarde blanca.

Un ángel de mármol se adormecía,

las rodillas juntas y las manos juntas,

con el éxtasis en los labios

del cáliz y la oración de mis pobrezas.

Se separaron los ángeles malvas

de ojos llorosos y cielo implorante;

Dios contemplaba complacido

en la lejana noche

de los comulgados en Él.

No de quienes perdieron la sonrisa.

Nacieron rumores distantes

de ojos cerrados en carnes y huesos desnudos,

de ojos mustios y hundidos,

esperando que llueva el maná celeste.

Sospeché que a Dios le gustaron las flores

de la procesión enlutada,

las notas agudas de la banda musical,

el paso entrenado de los cadetes,

el llanto aburrido de las beatas,

la falsa santidad de los honorables.

Despertaron los ángeles de malvas

y la tarde quedó hecha un cuerpo triste

de largos costados heridos

y colgantes cabellos de agua cristalina,

la tarde agonizó con dolor y luto

dejando las aspas de la Cruz.

Crecieron ante mis ojos

notas aburridas de aves ausentes

que dieron a mi barro fornicado

la cicuta y el coágulo empedernido.

Sospecho que Dios estaba presente

cuando despertaron los ángeles malvas

en la tarde de lluvia prendida en su manto

como nubes de sueño vacío

cubriendo su silencio y mi tumba.

La Santa Soledad sin descanso

sospechaba si se lograra ver

resoplando el canto divino

las penumbras que rodearon mi locura.

Se pararon los ángeles malvas

cuando Dios quedó suspenso en la luz

disimulando su sonrisa galante,

en nuestras lágrimas abandonadas.



Víctor Hugo Arévalo Jordán

Poema extraído del encuentro de poetas “De palabras Arcanas y Secretas”
Santa Fe- 18/4/09 Centro Cultural Municipal





HE ASOMADO LOS OJOS



HE ASOMADO LOS OJOS A MIS RECUERDOS



del viejo bosque dormido.

Descienden las soledades sobre mi alma bohemia, pierdo el sueño en el

espíritu de las aves. Los escritos del agua se sumergen en los misterios de la noche



En el sendero se arrodilla tiernamente la luna amarilla sobre pies desnudos

de recuerdos y esperanzas agonizantes de ensueños.



Un pálido astro muere en la patria de los Azules con rapsodia verbal, agonizante el verso.



Llueven ateridos los silencios.



Vuela el cuervo negro del recuerdo,



triste e indeciso sobre la pálida alfombra de una luz sin sombra.



Luciferes sin gloria.



Muere el eco de mi voz en las aguas que suspiran.



Los cielos se ponen tristes. Lloran las nubes consultando esta muerte sin

dolor, sólo con tristeza.



Ramas y hojas que tiemblan. Constelaciones del sur.



Pies de algún viento que entona sinfonías de corazones blancos.



Cantan los niños su coro de inocencia,



con las guías brillantes de sus ojos,

mueren en silencio los dolores

y mis entrañas encogidas.

Nadie comprende por qué hoy no están las hojas verdes del ayer.

Nadie comprende por qué ruedan en las espaldas del viento.

Nadie comprende que mueren secas y no vuelven a cantar sus voces de

viento que nacen en las entrañas de las montañas.

Mi jardín vuelve a dormir en mis manos que tiemblan.

La luna mulata

crece

su dolor de plata entre piedras soladas.

He asomado los ojos a mis recuerdos

del pan negro de miseria

que se come silencioso el olvido.

Camino solitario por la orilla

del sendero sin sombras

que me deja sin penumbras abrigadas.

La noche ha perdido mi sueño,

no muere del todo el día,

ni nace del todo la luna.

He asomado los ojos a mis recuerdos

cuando se enfermó Dios con su soledad.

Pasa el viento cortejando fúnebres nervios

que fenecen en la noche con ansias de esqueleto

olvidado.

En mi cabeza aletean búhos de la vergüenza y cuervos de la noche

Nacen mis geometrías del dolor.

y la otra seria esta







Víctor Hugo Arévalo Jordán



Poema extraído del encuentro de poetas “De palabras Arcanas y Secretas”

Santa Fe- 18/4/09 Centro Cultural Municipal







Estás en la herida y en medio del hambre,

En la frentes ennegrecida,

En los pies ausentes de zapatos.

Estás entre los legítimos dueños de la tierra

Que no son y abonan este suelo.



En los parias que el asfalto arroja

Tras terraplenes y cementerios;

En la piedad de la llovizna,

En la mirada inconmensurable

De todo desamparo,

En la dignidad manoseada

Y en cada amanecer

Sobre los andenes de la miseria.



Sólo, que no te han visto.





María Nardi

Extraído del encuentro de poetas “De palabras Arcanas y Secretas”

Santa Fe- 18/4/09 Centro Cultural Municipal











Cuando nuestras manos

Son alas del alma

Y andamos por el sol a contraviento

En cada esquina

Nos puede la esperanza

Y es cada acera un nuevo nacimiento.



Sembrándonos la luz,

Somos la tierra,

Somos el agua, también,

Somos el viento.

La brújula, el timón, la Cruz del Sur,

La historia pequeñita del sujeto

Que viene y va con distintas pieles

Desde el suburbio al cuarzo,

Y, buenamente,

Nos deja la sonrisa como un río,

Su pena floreciente.



María Nardi

Extraído del encuentro de poetas “De palabras Arcanas y Secretas”

Santa Fe- 18/4/09 Centro Cultural Municipal







El cielo se vistió con tus sueños,

El sol hoy nació para ti.

La luna se mudó a tu sonrisa

Y a tu pecho un nuevo latir

Hada de las quince ilusiones

El mañana depende de ti

Tu ansiedad ya empejó sus alas

¡el mundo te empuja a vivir!



Ainelén



Extraído del encuentro de poetas “De palabras Arcanas y Secretas”

Santa Fe- 18/4/09 Centro Cultural Municipal





El pescador



Lejos de su rancho, el pescador prepara

Enseres de la pesca,

Vuelve a insistir, paciente,

La captura es escasa y mucha la pobreza

La línea se le enreda en un pequeño arbusto,

Un paso equivocado para desengancharla

Y el dolor en la pierna que causa la ponzoña:

La yarará serpea metiéndose en los juncos

Él no tiene el cuchillo que perdió en el trayecto

de la dura faena; ¡ y le hace tanta falta!

En medio de la isla, que crece inmensurable,

A su mente afiebrada, no es posible el auxilio

Por el ocaso gris, llega la noche oscura,

Con furia de tormenta teñida de amenazas.

Desde la lejanía, cada vez más cercanos,

Se oyen rodar los truenos en ruedas del ruido.

El viento se desata con incesante azote

En la nocturna espalda como un gigante esclavo

Que soporta el castigo.

Se entrecruzan relámpagos de una letal blancura

Duplicando su cólera en espejos del agua

Que baja incontenible en el tobogán del río.

El centellar continuo destella en el follaje

Y la cerrada fronda que bordea la orilla;

En fantasmal visión, oculta los misterios

De la densa espesura

Los recintos de sombra con llaves del silencio

Mantienen la reserva de lo que no se muestra

Y el secreto insondable de todo lo que vibra

Es marcha hacia lo incierto.

Siguiendo el rumbo que la fiebre le marca

El hombre ahora transita por el desfiladero de una noche

Callada, con astros apagados donde ya no hay tormenta

Y esa paz lo estimula a surcar el camino

Que va sedando el alma y distendiendo el cuerpo.

Pero incide otra ruta: el vendaval arrecia:

los mojados instantes le golpean las sienes

con incesante empeño.

Las horas, ardiendo , penosas se deslizan,

Pausadas se rezagan, despacionas, muy lentas

Van sin prisa, con calma, desatando los lazos,

En un manso abandono, poco a poco se apartan

Del manantial del tiempo.

Él por momentos sueña con una noche límpida

De estrellas que refulgen y una promesa: el alba.

El rancho y la mujer vislumbra muy lejanos, en el mustio horizonte,

Cada vez más borrosos y siempre más distantes.



Veloz, a la deriva, elbote se desplaza portado por las aguas:

Lleva una sombra dentro y los remos caídos.

Va hacia un mar sin orillas, donde no existe puerto.



Francisco Millan



Extraído del encuentro de poetas “De palabras Arcanas y Secretas”

Santa Fe- 18/4/09 Centro Cultural Municipal











El Retorno



Rotas las alas del amor, en el hogar vacío,

Son témpanos las cosas y las horas;

Y sin embargo encienden, con sus ecos de sombra,

Los recuerdos más íntimos que vuelven a la sangre

Desde grutas del olvido.



En este hogar desierto, me hallo esperando el sueño.

Hay una tensa calma que me mantiene insomne:

Detrás de la ventana es noche de tormenta

Y en su negro misterio se entrecruzan los rayos

De una mortal blancura.

En lo alto del cielo, forjada entre destellos,

Centellas y relámpagos, de pronto, veo una imagen

De una extraña belleza y un sideral atuendo:
en ella reconozco su figura que vuelve

Y que desciende etérea a instalarse en mi sueño

Con la sabia del cosmos latiendo en sus arterias

De un fuego celeste los labios palpitantes,

Los ojos de infinito poblados de universo.



Lentamente se acerca, con un andar de nube,

Penetra en mi aposento; se acerca lenta y pura,

Se detiene en silencio, se detienen a mi lado

Hasta casi rozarme ¡tan próxima y lejana!

¡tan real e imposible!



Afuera el mundo es negro, como una sombra densa

Cubriendo todo el orbe que sin brújula late

Y desata su furia con la voz del relámpago

Y el ulular del viento, con silbo de ala oscura,

Que al prolongar su queja anticipa lo arcano.



A mi lado la imagen de su cuerpo esplendente

Ilumina mi cuerpo con destellos de espanto

Y hechiza los secretos relojes de mi sangre

Paralizando el flujo cegado del transcurso;

Inhibe mi razón y ha sellado mis labios.

Con mirada profunda de infinita ternura

Sus ojos me acarician en un instante eterno

Como si requiriese todo mi asentimiento,

Todo mi amor quebrado, todo hálito del alma,

Todo mi ser entero

Y despacio se inclina, con suavidad, muy dulce,

Muy dulce y sobrehumana para besar mi frente.

Su sombra de galaxia va cubriendo mi rostro,

Con sereno silencio, de estirada cadencia,

De compás diferido, como el lento transcurso

De un brevísimo soplo que apaga los instantes

Para encender la noche



Después ya no recuerdo: sólo que el sol penetra

Destejiendo las sombras y trueca lo temible

En la luz cotidiana:
Volveré a rodearme de murmullos, palabras,

Del chillido de luces, de opacas resonancias,

Encapsulados signos que aturden la mirada

Y nublan los oídos. Palpitaré entre muros

De humanas estridencias emergiendo sin pie,

Remontando sin vuelo, hundiéndome sin sueños



Pero ¡Dios! ¿qué me ocurre? Un viento electrizante

Vertical me recorre descentrando mi sino.

El terror me entumece; morados se congelan

Los rayos de la aurora; late un triste vacío

De sombras como cosas; no se escucha el silencio:

Ante mí está mi lecho con mi cuerpo yaciendo.



Francisco Millán

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