lunes, 4 de mayo de 2009

CONTINUAMOS PUBLICANDO LAS POESIAS, MENSAJES Y CUENTOS BREVES DEL PRIMER ENCUENTRO DE ESCRITORES

MOMENTOS

Frío…

Y el letargo
de una mente cansada
en su taciturno
pensador…
despilfarra eternidad…
de espacios vacíos,
agónicos de tiempo.


Rebeldía…
de puntos suspensivos,
en una realidad
insustancial.
que...
sobre pasos nimios...
desgarran al Silencio.



Y fui,
momentos de dolor,
momentos de alegría.

Fui…
espasmos
de una profunda depresión

y fui
pensamientos de libertad,
ensueños
de una verdad completa.

Pero…
fui también,
pasos cansinos
hacia la Victoria.





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AUTOR: Srta. Sara Nadalutti

SER


De una libertad fluctuante,
indulto de la conciencia,
que desprendes
vestigios…
de una sutil provocación.

Estándares…
impregnados
de un aroma a tabaco
desparramados…
sobre
fotos añejas.

Ser...
De aires emancipados...
que bostezan singularidades,
te expandes…
en destellos de Verdad
y cobijas…
en la inocencia de una afirmación
la fe perdida.

¿Donde
esconden las palabras…
su inconmensurable
sentimiento?.

Inerme conocimiento
que derrama infatigable,
en cada generación,
una gota de su sabiduría.

Ser…
¿Donde encuentro
una palabra sensata?,
en estos tiempos…
en estos sueños…

Sólo quiero dormir
en la penumbra
de aquella inexplorada Realidad.


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MENSAJE DE LA SRA. ALBA YOBE DE ABALO
Para los escritores hoy aquí reunidos, lleguen mis saludos, a la distancia, junto a ellas mi pensamiento, como un pequeño aporte. Deseo éxitos en el “Encuentro de Escritores”. Agradezco la invitación recibida a participar, pero un Océano por medio nos separa, no así espiritualmente. Estoy junto a ustedes, aquí va mi mensaje:



Sin pretender hacer un análisis exhaustivo de la realidad que vivimos mundialmente, intentaremos mencionar algunos aspectos significativos para tratar de ubicarnos en el hoy.
La vida de los pueblos, en el mundo, está en peligro como consecuencia de una economía manipulada por los poderosos que esgrimen recursos millonarios para salvar sus arcas, pero que cierran sus ojos, sus corazones y sus manos cuando se trata de contribuir a paliar el hambre y la pobreza que sufre el alto porcentaje de seres humanos en todo el planeta tierra.
Con fundamentos podemos señalar la desequilibrada distribución de la riqueza, marcada tan escandalosamente.
El hombre está imbuido de un ansia destructiva, invasiva, la indiscriminada tala de bosques, en beneficio de unos pocos, la lucha por el agua, el uso de elementos nocivos que destruye la capa de ozono, provoca constantemente un desequilibrio, zonas desérticas, zonas inundables, densamente pobladas, entre otros graves problemas, el deshielo de los polos.
Los nocivos efectos que causa en el cuerpo del ser humano, alterando su salud.
La ausencia de valores en las camadas jóvenes, como consecuencia de la disolución de la familia. El exceso consumismo, de grandes y jóvenes, escepticismo en muchos que los lleva al consumo de estupefacientes que anulan su razonamiento y destruyen sus neuronas.
Mundialmente se aprecia una ansiedad de apoderarse del poder político para luego, obtenido éste dedicar sus esfuerzos en acuerdos y proyectos personales y no al servicio de la comunidad.
Si a esto les sumamos las guerras en distintas regiones del mundo, nos sorprendería tristemente saber con acierto las causas por las que se implementan y quienes son los mentores. Destruyendo vidas de niños, jóvenes, mayores, sus ciudades, sus escuelas sus hospitales, sus templos provocando desprotección y hambruna en los que sobreviven a estos cruentos ataques. Guerras que no tienen fin ni razón de ser.
Hemos llegado a un extremo en el que no podemos seguir con los ojos cerrados. Reaccionemos. Dios creó a todas las criaturas y las puso en un mundo donde podían desenvolverse felices, sin egoísmos y podían tomar de la naturaleza lo que necesitaban. Dotó a los seres humanos de razonamiento, corazón, manos y brazos fuertes, vista, voz. Nos ha dado talentos que teníamos que multiplicar, sí, pero nunca en desmedro del otro.
Despertemos. Puede haber para todos una segunda oportunidad si aunamos esfuerzos para salvar el mundo y salvarnos nosotros.
Escritores, tenemos el don de la palabra escrita, esgrimamos este don para concientizarnos y concientizar a nuestros pares, que podemos y debemos salir al encuentro de los mas desprotegidos, de nuestros hijos, nuestros descendientes, que heredarán un mundo que tiende a agotarse y que todos y cada uno de nosotros puede y debe hacer algo por recuperarlo.

Alba Yobe de Abalo
Abril 2009



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Como una canción de las orillas.DIANELA ARNODO

Cuando recorría el arrabal ella analizaba minuciosamente todo su paisaje. Años de vida transcurridos allí, años de rayuela, de escondidas y de tocadas. Pero siempre se detenía a mirar ese árbol que la hacía sonrojar completamente e impulsaba a que sus ojos se empaparan de espesas lágrimas de nostalgia. María, la de Buenos Aires, sabía que a pesar del rencor que le había proporcionado llegar obligada a aquellos lugares oscuros y escondidos, Argentina había sido una forma de entregarse a la vida…Italia quedaba ya lejos, sus pastas, su tarantela…Pero el tango era una manera de reencontrarse con el sentimiento que la había sujetado casi toda su vida: la incertidumbre de saber quién era, de dónde era, cuál era su verdadera tierra.
Y ese árbol del arrabal…¿qué tenía ese árbol? Un pedazo de la María loca, un trozo de la María pacífica, un retazo de alegría y otro de tristeza, una discusión con los padres, un diario íntimo con notaciones , el primer beso, los primeros mates, las nuevas amistades, los cuentos del abuelo.
Y sólo el árbol estaba allí, salvado del paso de los años. La modernización había hecho del lugar un paseo turístico, donde los hombres debían pagar entrada para ver lugares donde había vivido gente, lugares que aunque los vendieran como originales, habían perdido su esencia. ¿Dónde estaba el farolito donde las minas eran chamuyadas? ¿Y las flores de la enredadera., dónde estaban? ¿Dónde estaban las paredes viejas, descascaradas, sufriendo la humedad, llorando la pobreza? Brillaba por su ausencia el banco de plaza donde las madres se contaban las recetas y la hamaca inventada donde los niños del barrio viejo jugaban.
María se sentó bajo la sombra del árbol, hundió las puntillas de su vestido entre sus muslos y puso sus manos sobre su falda. Un moño rojo y gigante en su pelo dejaba al descubierto el rostro de una joven muñeca. Su belleza se acentuaba aún más en sus pupilas inocentes, en sus mejillas ruborizadas, en su gracioso cuerpo de niña…De pronto, abrió un libro que tenía preparado para leer, casi a escondidas: la poesía de Petrarca. Allí se sumergía en los versos melancólicos e identificaba la soledad de su pueblo, cuando todavía no tenía una vida escrita en ese territorio aún desconocido, todavía nuevo, todavía ajeno. Mirando el cielo, que para su suerte, era igual observándolo desde cualquier país, memorizaba las líneas de las cuales se apropiaba cuando no encontraba explicación para ese dolor que la acongojaba: el de ser inmigrante. ¿De qué recuerdos podía valerse en realidad, cuando su sangre no sabía a qué tierra había pertenecido en realidad? María desmenuzaba insistente cada verso:
“Paz no encuentro ni puedo hacer la guerra,y ardo y soy hielo; y temo y todo aplazo;y vuelo sobre el cielo y yazgo en tierra;y nada aprieto y todo el mundo abrazo.”
Pobre María cuando se analizaba en un espejo y veía perfectamente reflejado un rostro italiano, pero a su vez, una mirada argentina, tan argentina como el mate y como el tango, irrumpía en ella. Pobre María, no saber si el lugar de origen era en realidad suficiente motivo para considerarse italiana o si debía valerse de la sabiduría del tiempo y llamarse argentina porque allí había pasado más de la mitad de su vida.¿Pero por qué creer que el tiempo es sabio, y que el tiempo cura, acaso con el pasar del tiempo, sus dudas se habían esfumado? Y acaso, ¿las dudas eran heridas? Las sensaciones de su cuerpo y los sentimientos de su alma, sólo ellos eran lo suficientemente sabios para contestarlo. Quizás debería haberse conformado con la existencia de una doble identidad como una melodía interpretada por una orquesta de violines y bandoneones que pelean sonido a sonido por su protagonismo.
Los versos de Petrarca le dictaban un sentimiento que le era propio. Nada apretaba en aquel lugar donde el presente le mostraba cosas que al final nunca la llenaban del todo. Pero abrazaba por miedo de quedarse sin nada, y así, tratando de disimular su inconformismo sentimental en verdad lo exaltaba.
Ese árbol del arrabal, ese árbol era el arrabal. Por eso lo veía, por ese lo distinguía entre los demás árboles y por eso leía en ese árbol cosas que otras personas jamás leerían, porque sólo para ella ese árbol del arrabal era una historia donde se ramificaban todas las demás historias.
Ella se decía María, la de Buenos Aires, o María, la de Italia…En fin, ,María, de no sé donde. Intercambiaba los epítetos y no le enojaba que cada país de adueñara de su nombre porque ni ella sabía en realidad adónde pertenecía.
Una y otra vez, devoraba los versos de Petrarca que destacaba en un recuadro rojo dentro de un dorado y ajado libro, acompañándola en los pasos de un cuerpo ya anciano. Sus pasos todavía confusos y desequilibrados, pasaban por las veredas de Buenos Aires casi sin dejar marcas. Pero en el árbol del arrabal encontraba todas sus huellas, y ese árbol era el símbolo de la confusión interior que la abrumaba. El árbol era árbol y era una tarantela y era un tango. El contexto que rodeaba aquella planta sin igual, el arrabal, había tenido las dudas existenciales de cada uno de los inmigrantes, y sus dudas no habían estado exentas. Antes de convertirse en un comercio, aquel lugar había sido el hogar de un conflicto interior a sortear por cada persona en el día a día. María pensaba en la ironía de la vida, cómo aquel barrio donde el nivel económico era tan escaso se había convertido en un lugar para reproducir dinero, en aquel orden(o desorden) que estaba empezando a proponer o en otras palabras, a imponer, el nuevo mundo globalizado.
Y María rodeaba el árbol, bailaba en su sombra, jugaba con el movimiento de su vestido y de su pollera gris. Y María bailaba con su amigo, ese que tanto la hacía reír, y bailaba sola, y movía las puntillas de sus sensibles vuelos y movía su largo e intranquilo cabello rubio y su corto pelo casi a punto de desganarse. El ayer y el hoy jugueteaban en su presente.
En todo su cuerpo María tenía esparcido el arrabal, esa ilusión fatal de caminar por las noches en un puente de nostalgias, donde estaban las preciosas maderas un poco duras, un poco flojas, que la cobijaban del río profundo y peligroso. Era a la vez un puente sin final, sin dirección, con mucha tierra esperándola pisar del otro lado y sin embargo, con nada de tierra para llenar su cuerpo y su corazón confundido.
María recordó a su padre, cómo la dejaba partir en el barco que culminaría su viaje en Argentina, cómo se decidía a dejarla en libertad cuando todavía no sabía decidir. Recordó su mirada pronunciándole un adiós, sabiendo que en la guerra nadie gana, todos pierden y que jamás volvería a reencontrase con ella. María recordaba sus manos mojadas por su nerviosismo y sus ojos llorosos. En ese momento ella odiaba a su padre porque en ese entonces, no entendía la situación del todo y no leía otra cosa que el abandono.
Ahora sabía que su padre había elegido salvarla. Ahora sabía que el puente, aquel al que había hecho referencia su padre la noche anterior, era Argentina, porque la había refugiado durante la miseria de la guerra del país dejado. Y su historia estaba repartida entre los dos extremos del puente, sin saber cuál era su comienzo ni su fin.
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Poemas de María Beatriz Bolsi de Pino
(Presidenta de S.A.D.E. Santa Fe)



NOMBRAR EL VUELO

Claridad y memoria
fundan
los pasos del pueblo.

Dejaron en la costa
un río
que muere de luz
y de paloma.

El viento
-ilusionista en viaje a otras auroras-
ofrece danzas de arena
por las calles.

Habita pájaros el cielo.

Me fue dado un sitio
y apenas vida
para nombrar
el vuelo
al filo del paisaje.

Y regresar
después
luz y memoria
desde crepúsculos de silencio.




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La mirada
La mirada
en los senderos,
los puentecitos arqueados
sobre el lago
la punta de los árboles.
Un sol de aquí y de allá
cayendo
a goterones
en el cielo de un recuerdo.
Siempre termina así:
alzando la cabeza
con los ojos que arden
de tanto buscar la hoja
más alta
de algún árbol.
Aquélla,
la escondida,
la que vigila la torre de la iglesia.
Es un recuerdo
y otro
y son ya tantos
que lo vuelven cada día
más pequeño.

(Quizá en este ir cayendo esté la dádiva.)

El hombre viejo
ya no cuenta las horas
ni los días.
Se aferra como puede
al cordel del minuto.
En el cielo
el verde desaloja
las últimas botellas del naufragio.
Brillante verde.
Perfecto círculo
en la copa de los árboles.

Nada
como sus ojos verdes.

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SEMILLA FRESCA

Semilla fresca, búsqueda feroz
Sales a mi encuentro y pugnas,
Por enérgico brote
Ansías sólo el rocío intacto
Alboreado.

Y que una tarde de retorno
la noche ceda
su oscura protección terrena
para estallar tu brote.

Cuando el oprimir de tu pecho
liberado de las pretéritas escorias
rasgues tus velos.

Semilla erguida
más allá de lo terrenal
Siempre hacia el Día.


IMPERFECCIONES

Imperfecciones que obligan
a buscarnos,
así solos afanarnos.
Ladridos que retumbam
en el infinito.
Respuestas de silencios
de quien todo esperamos
pero nada conocemos.
Amor perfecto que nos ahoga,
amor odioso…
Por incapacidad de correspondencia
Medidas desconocidas
heridas que nos confunden
en los mil senderos
del no conocido
del tanto presentido
cuyo timón aguarda en alturas vedadas.
Autor: Nora Inés Lamas Socia Fundadora de nuestra Institución (Fallecida)
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POEMA PARA UN SER “SOLO TAN GRANDE”
Uno no nace mamá
solo nace niño
y por el amor y afecto
se hace joven
y por la naturaleza de nuestro ser
se hace mujer
uno no nace mamá
y por el instinto natural y el amor
se hace mamá
y da ese mismo amor y afecto
que una vez guió su camino
tratando de evolucionar
Uno no nace mamá y ya se és
Ojala ese orden de vida guiado por el instinto natural
no sea alterado, solo sea afianzado y acrecentado
en algunos casos
como muchas piedras a moldear
y a tirar al hombro como una bendita cruz
que quizás
antes existían
pero no vieron tus ojos
por que eras un niño
Uno no nace mamá y quizás hoy es tiempo
también de ser abuela
Uno no nace mamá
solo la naturaleza de nuestro ser
y el instinto evolucionado
demuestran hoy
¡lo grande que sos!
mientras yo te contemplo, admiro y respeto
querida mamá y hoy amiga…¡error!
SOLO TAN GRANDE…TAN GRANDE ¡COMO MAMÁ!


CEFERINO WALTER BALLESTEROS ESCALANTE
ESCRITOR
AUTOR DE OBRAS REGISTRADAS














CUENTO MACABRO
ESPERANDO UN FINAL FELIZ
MAESTRO ÁRBOL
En un tiempo lejano, en un mundo hoy inimaginable, donde los valores, era la bandera sin frontera. Dóciles animalitos, ávidos de sabiduría se reunían periódicamente a la sombra de un árbol sabio, que siempre existía en los distintos bosques del mundo.
Sus raíces, llenas de vocación nutrían se saber y alimentaban a ese ejemplar. Los animalitos guiados por el instinto de sus padres que en algunos casos debían evitar muchos obstáculos recurrían a el ,ya que sabían que ese árbol decía la verdad y que a ellos había enseñado ,les recalcaban que tenían que estar atentos y con respeto escuchar sus historias ,ya que en el mañana y junto con su instinto marcaría el rumbo de sus variados caminos ,priorizando su bandera, su bandera que aunque roída siempre debía mantenerse en alto.
Todos los días ese ejemplar hablaba, no había inclemencia climática alguna que lo detuviera. Al principio como una brisa, despacio y suave y los animalitos comenzaban atentamente ha anotar y luego orgullosos volvían a su hábitat y contaban sus aprendizajes y sus padres corroboraban con alegría, añoraban y soñaban. Desde cualquier punto de la tierra ese árbol se veía intachable y siempre y a cualquier hora era ejemplar su prestancia.
Ya mas grandes los animalitos el árbol les hablaba mas rápido y revelaba secretos, pero ellos siempre entendían y si alguno necesitaba que se lo repitiera el árbol sabio lo hacia a veces con orgullo fuera del horario de sombra, ya que no quería que ninguno de sus animalitos se perdiera de su saber.
Ese árbol dio tanto y fue agrandándose y sus raíces marcaban caminos en el bosque de la vida.
Pero un día, uno de los animales, que una vez había sido bendecido, como todos, por ese árbol se sintió celoso y no quiso que le enseñara tanto a otros animalitos, busco a los de su misma especie y calaña y pergeñaron algo macabro, degenerado del verdadero instinto y sin que nadie lo viera fue al bosque y con la mirada fija en ese árbol maestro, se vistio como si fuese un hachero, pero esta vez, indigno y lo comenzó a talar muy despacio, con fuerza de egoísmo.
Los animalitos ya no entendían y sus padres ignoraban lo que sucedía. Sus ramas debilitadas comenzaban a caer y el árbol empezó a disminuir su sombra y sus frutos perdían fuerza junto con su saber y se iba deshojando, como perdiendo su dignidad.
Los animalitos, los padres y los padres de sus padres comenzaban a sufrir las secuelas y empezaron a descreer de ese árbol ¡pero no escuchaban sus gritos!. Ya que estaban bistraídos, en rayos luminosos que entraban en ese bosque y ya no les prestaban tanta atención, ni siquiera, a sus animalitos.
Hoy, ese árbol, ya casi esta extinguido, y solo queda esta historia, que como otras muchas, ya no sé si se escriben con hache.
Pero la naturaleza, siempre crea nuevos árboles, que aunque lejanos de ese legendario y eso que la naturaleza perfecta, lucha para que tenga los genes de aquel árbol ejemplar y que pueda recuperar aquellas sombra, que hoy no se si es tan buena, pero si es necesaria y sus raíces no se si toman los nutrientes adecuados de la tierra llena de vocación de vida.Y no se ve flamear tanto la bandera de valores y menos soñar.
Mientras los desorientados animalitos y distraídos padres revuelven un cofre con tesoros, sin sentimientos y sin futuro y desligan responsabilidades y hasta algunos padres se atreven a sacudir algunas ramas o a patear el tronco, sin entender que los animalitos ávidos de saber adoptan en algunos casos ese habito, digno de ser extinguido, como cultura de vida.
Mientras algunos sabedores vivientes, buscan, por que seguramente, en algún bosque, un árbol, digno ejemplar, de ese sabio maestro, lleno de vocación, debe resurgir, como brote fresco, que aunque nunca, por todo lo que dio y da, recibió, la dignidad del agradecimiento
adecuado.
Yo sé, que en algunas poblaciones que hoy son discriminadas o están alejadas hay de esos árboles ¡pucha! por que no los invitamos a que vengan a enseñarnos, ya que la tierra, necesita de ese árbol y que espera refrescarse con esa sombra, para afrontar evolucionadamente el futuro junto con todos los otros animales, que la única enseñanza que necesitan, es el instinto evolucionado que tienen incorporado de amar la vida, con dignidad.
¡Ah! cierto que es un cuento
Y como corresponde, en este final improvisado ¡colorín, colorado, la vergüenza nos llama a la reflexión, por que la realidad, nos ha desbordado.

CEFERINO WALTER BALLESTEROS ESCALANTE
ESCRITOR
AUTOR DE OBRAS REGISTRADAS

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